martes, octubre 15

Girona FC: De atrás hacia delante | Fútbol | Deportes

Creo que fue Tito Vilanova (si lo dijo Tito no tenga la menor duda de que Pep Guardiola estaba en esa longitud de onda) quien dijo aquello de que atacamos, el Barça, mejor cuando Piqué está bien. Bueno, o que cuando Piqué estaba bien, el equipo, el Barça, atacaba mejor.

Se refería el recordado Tito a que cuando los defensas, la línea defensiva, se encuentra bien ubicados, bien situados y mantienen la presión alta con muuuuchos metros detrás de ellos, eso permite al equipo jugar más arriba, más cerca de la línea defensiva rival, metidos todos en el campo contrario, allí donde la ley del fuera de juego (qué fácil sería el fútbol sin fuera de juego) no existe, pero que nos va a permitir recuperar rápido el balón y atacar casi con dos pases y encarar al portero contrario.

Creo que alguna vez les he hablado del vértigo que da cuando juegas en esos equipos que sitúan a su línea defensiva en el medio del campo y el portero tiene más o menos media hectárea para pasearse y reflexionar sobre la conexión entre su puesto, el riesgo máximo y las posibilidades de una crisis cardiaca. Piensen que hay un maravilloso chalet construido con menos metros cuadrados y que tanta soledad nunca es buena compañía. Pero nunca he solido imaginar lo que debe ser para esos centrales, Piqué y Puyol para seguir con lo del Barça, que viven con ese vacío a su espalda, siempre mirando hacia delante y confiando en que la presión de los de arriba, la de los artistas, sirva para que el rival no lance un balón largo que nos ponga a todos en riesgo y a nuestros seguidores a punto de un infarto y rogando por lo bajini todo lo conocido, sea religioso o esotérico, para que el balón se vaya fuera, el control sea malo o el porteo llegue a la intercepción.

¿Por qué les vengo hoy con asuntos de defensas y espacios? Porque andan nuestros clubes últimamente un poco desubicados en esto de los fichajes estrella y desde ese lugar que me da la última línea del juego quería yo traerla hoy al debate. Me refiero a que en esas semanas en las que el mercado está abierto solemos centrarnos, yo también caigo en ese pecado, en mirar solo las llegadas desde el punto de vista del ataque, de los goles que vamos a poder marcar, de los pases filtrados, ahora jugadas con expectativa de gol, que podamos generar y los jugadores nuevos que nuestro equipo va a incorporar y que nos ayude a mejorar nuestra capacidad de cara al gol. Y nos solemos olvidar de esos otros nuevos talentos que llegan con otras herramientas más vinculadas al juego defensivo, al despeje y no al remate de cabeza, esos que hacen faltas tácticas (qué ricas son cuando las hacen los nuestros y qué feas y antideportivas cuando son del rival), los que tienen salida de balón simple pero limpia y regatean menos que Hugo Sánchez. Esos a los que nos encomendamos en los últimos cinco minutos de partido y el rival achucha y nuestra ventaja es de un solo gol.

Algo de eso transpira ese Girona magnífico en su juego de ataque y equilibrado y certero en la recuperación de balón, en el que vamos descubriendo nombres como Savinho, pero donde David López imparte clases de saber jugar el fútbol desde esa penúltima línea del juego. Y no les digo nada de Eric García, cedido del Barça, y que no solo juega sino hasta marca.

Dijo Johan Cruyff aquello de que prefería ganar 5-4 que 1-0 pero hay veces que ese escueto 1-0 es gloria, no te digo ya si estás en la prórroga y juegas en Wembley.

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