jueves, enero 23

Lucie Branco, una lucha tallada en piedra

El cartel se sienta majestuosamente en el salón de la casa de los Compagnons du Devoir y el Tour de Francia en París, detrás del Ayuntamiento. Desde 2021, ha acogido a cientos de aprendices que han venido a aprender el gesto correcto. Aquí, la memoria importa. En veinte fechas y diez fotografías, el friso narra los ochenta años de historia de esta asociación, creada en 1941, pero heredera de la milenaria tradición del compañerismo. «Y ahí, ese soy yo, el grande del medio», dice Lucie Branco. En la imagen, son tres, visiblemente impresionados. “Primera adopción de mujeres en 2004 en Troyes”, dice sobriamente el pie de foto. Ese día, un carpintero, un carpintero y ella, cantero de profesión, derriban la Bastilla acabando con el monopolio masculino sobre esta hermandad. Tres años después, la que todos llaman “flamenca” –tomando los compañeros el nombre de su tierra de origen– será la primera mujer posteriormente “recibida”, etapa final del largo camino iniciático. “Más bien un vía crucis”ella corrige

En el taller de cantería de la casa Compagnons du Devoir, en París, el 23 de mayo de 2023.

Nunca es fácil ser un pionero. Para hacer frente a las burlas, responder a los insultos, sortear obstáculos, resistir la agresión, la audacia y la confianza son condiciones necesarias. “O era todo lo contrario, una niña borrada, una adolescente perdida, una joven incapaz de asumir su feminidad”, resume. En la familia Branco, es su gemela, Karine, quien capta la luz. Más temerario, más extrovertido, mejor estudiante. “Me quedé en las sombras”, ella dice. Soñaba con ser médico o partera. Se desilusionó cuando descubrió que el sector de las ciencias médico-sociales en el que se orientaba le prohibía estas carreras. Así se busca a sí misma, más realizada en los bares del Viejo Lille que frente a sus cuadernos.

Fue en uno de ellos, La Piragua, donde su vida cambió. “El bar estaba blindado. Y entraron cuatro jóvenes. Empezamos a hablar. Y tomó, como la cal en el cemento. Exudaban un bienestar increíble. Sentí que finalmente estaba despertando interés. El letargo que sentía desapareció. “Ella estaba enamorada”resume su hermana, decoradora de cine.

“Todos los sentidos movilizados”

El descubrimiento, pocas semanas después, de la casa de los Compañeros de Villeneuve-d’Ascq (Norte) completó su conversión. Calderería, carpintería, tapicería, mundos desconocidos se despliegan ante sus ojos. La “foxière” donde trabaja Jean –alias Arthésien–, las molduras góticas de su “obra maestra”, el polvo blanco de la piedra de Lens lo dirigen hacia la cintura. “Todos tus sentidos están comprometidos. La vista y el tacto, por supuesto, el oído cuando golpeas el martillo, pero también el olfato. «Probé el jugo de la piedra», dice incluso una de nuestras canciones. Me gustó todo sobre el tamaño. Pero en verdad, podría haber hecho cualquier otro trabajo, era el compañerismo lo que me seducía. »

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