Abengoa inicia una nueva era bajo el manto de Cox. La compañía que pilota Enrique Riquelme, que se adjudicó los activos de la extinta Abengoa en primavera, ha diseñado un ambicioso plan de negocio para el grupo formado por la suma de los dos negocios, que ha rebautizado como Coxabengoa. Su objetivo pasa por alcanzar los 3.000 millones en ingresos en cinco años e impulsar una salida a Bolsa.
Cox fue el inesperado ganador en la puja de los activos de Abengoa. La compañía presentó una oferta en el último minuto que valoraba los activos de la ingeniería andaluza en 500 millones. Todo ello ocurrió en el marco del concurso acreedores de más de una veintena de filiales del grupo, las que agrupaban sus activos más valiosos. Se impuso a las ofertas de Urbas, que trató de impugnar el proceso, Terramar, Ultramar y RCP.
La clave fue el compromiso para mantener intactos los más de 9.000 empleos de Abengoa. Riquelme asegura que su objetivo es incluso incrementar la plantilla, en unas 2.000 personas este año, para llegar a los 11.000 trabajadores. Se compromete también a mantener la sede en Sevilla, donde siempre estuvo radicada Abengoa.
Riquelme ha diseñado un nuevo plan estratégico para la compañía. Este pasa por separar el negocio en cinco verticales, que cada uno funcione de forma independiente. Se trata de el de energía —que une los activos de Abengoa en la rama en su filial Cox Energy, que cotiza en BME Growth y en la Bolsa de México—, el de agua, el de infraestructuras (basado en las redes energéticas), el de servicios y el tecnológico. La idea es que cada unidad de negocio funcione de manera autónoma y con acceso a financiación de forma independiente.
Esto se traducirá en unos números de vértigo. La compañía espera que el grupo resultante de combinar ambos negocios cierre el ejercicio de 2023 con 736 millones en ingresos y un ebitda de 109 millones. Para el fin del año que viene aguarda que el negocio supere los 1.000 millones y las ganancias avancen por encima de los 300 millones en 2025. Y que todo ello culmine en 2027, con más de 3.000 millones en ingresos y un ebitda por encima de los 600 millones, cuatro y cinco veces más que las cifras de este año, respectivamente.
Estos números son dignos, en cualquier caso, de una compañía con tamaño de cotizar en Bolsa. Este plan esta en mente de Riquelme, tal y como ha afirmado en una conversación con CincoDías. Sin poner una fecha concreta, el objetivo es que este salto al parqué llegue en algún momento antes del fin de este plan estratégico, de acuerdo a la predisposición del mercado. Por el momento, diseñan una ampliación de capital en la filial energética que les permita que esta unidad de negocio pase a cotizar antes en la Bolsa sénior.
Para acometer este plan de negocio, Cox ha diseñado una nueva estructura de negocio. Ha fichado a Nacho Moreno como consejero delegado. Moreno es un perfil idóneo para una operación financiera como una salida a Bolsa, por su trayectoria como banquero de inversión. Llega a Coxabengoa procedente de Credit Suisse, donde ha trabajado poco más de un año, tras una larga trayectoria en Barclays. La compañía contará con un consejo de administración, aún por desvelar, formado por 11 miembros, todos ellos consejeros independientes excepto el propio Riquelme, que será el presidente.
Cox espera cimentar su crecimiento sobre el negocio concesional, de modo que suponga más de la mitad del negocio. Geográficamente, apuesta por América (fundamentalmente Latinoamérica) y Europa. Y en el área de agua, apuesta por crecer en Oriente Medio.
El otro axioma en el que se espera apoyar es en la solidez financiera. Riquelme presume de que la compañía está libre de deuda y que el único pasivo en el balance es financiación de proyecto, que acumula unos 250 millones, con 240 millones en caja. Este esquema permite librarse del principal yugo que atenazaba a Abengoa desde el inicio de su debacle, en 2014, el pasivo por 9.000 millones que atesoraba, en virtud de lo decretado por el juez en consejo de administración.
La estrategia financiera para el grupo es mantener la independencia en cada una de sus filiales, con una deuda separada y que solo responda por ella los activos. Actualmente negocia acuerdos de financiación para la filial de aguas con un fondo soberano y con un fondo europeo para la de infraestructuras. Y también un préstamo sindicado, por unos 150 millones, por parte de la matriz.
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