Hace nada, ni cinco años, hablar de un maratón en dos horas era hablar de una fantasía, una utopía casi; una frontera del rendimiento lejos del alcance del ser humano (420 carreras de 100 metros encadenadas, en 17 segundos cada una, sin descanso, a 21 kilómetros por hora) a la que solo podrían acercarse atletas fenomenales en alas de la tecnología y de una preparación extraordinaria con científicos de todas las ramas del saber cuidando de todos los detalles. Quizás se exageraba. Quizás todo vaya muy deprisa. Acelerado. Tan acelerado y alegre como el jovencito (de 23 años) Kelvin Kiptum y sus zapatillas blancas, que este domingo, una mañana fresca y soleada, con menos de 10 grados en las grandes avenidas junto al lago y el viento en calma en Chicago, corrió los 42,195 kilómetros en 2h 35s.
Ninguno hasta Kiptum había descendido de las 2h 1m. Ninguno se había acercado tanto, hasta casi quemarse, a la raya de las dos horas en un maratón oficial, ni siquiera Eliud Kipchoge, el más grande maratoniano de la historia, dos veces campeón olímpico, en 2016 y 2021, que dos veces también había batido el récord mundial: 2h 1m 39s en 2018 y 2h 1m 9s, el récord hasta ahora vigente, hace solo 13 meses, en Berlín ambas plusmarcas. Solo Kipchoge, al frente de una armada de liebres y ayudas aerodinámicas no autorizadas, ha logrado hasta ahora bajar de las dos horas (1h 59m 40s), una marca que no ha sido homologada.
“Ha cambiado la cultura del maratón y del deporte de resistencia”, explicaba durante el Mundial de Budapest Juan del Campo, el entrenador del maratoniano gallego Tariku Novales. “Antes se pensaba que en el maratón solo podían triunfar atletas veteranos que, como Kipchoge, hubieran crecido en la pista y se hubieran curtido, que una distancia así era excesiva para deportistas tiernos. Y solo pasaban a maratón quienes hubieran perdido la velocidad que se necesita en la pista. Pero fisiológicamente nada impide a jóvenes de 19 o 20 años correr maratones a menos de tres minutos el kilómetro. Eso es correr muy deprisa. Y pasa en todos los deportes. ¿No ganó Pogacar el Tour a los 21 años cuando se suponía que solo a los 27, por ejemplo, se alcanzaría madurez para esa carrera? Si los grandes talentos comienzan a correr maratones de entrada, todo evolucionará mucho más rápido”.
Todo es sorprendente; sin embargo, en Kiptum, keniano de Chepkorio, no muy lejos del Kaptagat de Kipchoge, que solo ha disputado tres maratones en su vida. Los tres los ha ganado. En los tres dejó a la afición con la boca abierta, con la mirada incrédula, alucinada. El primero, en diciembre, en Valencia, lo completó en 2h 1m 53s, la tercera mejor marca de la historia entonces; el segundo, el de Londres, en abril, en 2h 1m 25s, a solo 16s del récord de Kipchoge. Y en el tercero, el de Chicago, otro de los majors, ha reventado el récord. La pregunta ya no es si alguna persona podrá correr el maratón en menos de dos horas, sino cuándo se conseguirá. No muy tarde. “Tenía el cronómetro delante de mí y me dije, ‘venga, inténtalo, quizás hasta puedas bajar de dos horas’, pero desafortunadamente no pude”, dijo, pura imagen de la felicidad, Kiptum. La víspera, en la rueda de prensa previa, afirmó que no había podido entrenar muy bien por una lesión en la ingle y porque la estación de las lluvias en Kenia había sido muy intensa y sus caminos de entrenamiento estaban muy embarrados. “Pero estoy muy contento. No pensaba batir el récord aquí, en Chicago, pero sabía que algún día lo conseguiría”.
Tanto en Valencia como en Londres, Kiptum imprimió a la carrera su toque personal, la del negative split (correr más rápida la segunda media maratón que la primera) y la de la gran aceleración entre los kilómetros 30 y 40. En Chicago perfeccionó la técnica. Pasó la primera media en 60m 48s (37s más rápido que en Londres) y la segunda mitad en 59m 47s (dos segundos más lento solamente que en la capital británica, y ninguno, ni Kipchoge, ha sido capaz de correr en menos de una hora la segunda media). Y el 10.000m del 30 al 40 lo cubrió en 27m 52s (13m 49s el 5.000m del kilómetro 30 al 35, donde ligero, casi alado, sin transmitir ninguna imagen de agobio, aceleró hacia el récord). Cruzó la meta casi como un niño saltarín y se colgó en brazos del director de la carrera, Carey Pinkowski, que lo abrazó feliz, dio la vuelta y, como si solo hubiera estado paseando toda la mañana, siguió correteando mientras empezaban a llegar, agorados, los demás participantes. El segundo, Benson Kipruto, llegó casi tres minutos y medio después (2h 4m 2s).
Poco más de 13 minutos después de Kiptum llegó la primera mujer, la neerlandesa Sifan Hassan, que, con 2h 13m 44s, logró la segunda mejor marca de la historia, dos semanas justo después de que la etíope Tigst Assefa batiera el récord del mundo de maratón femenino en Berlín, con 2h11m53s, una marca que podría ser el equivalente en mujeres a las 2h 35s de Kiptum.
Sifan Hassan, de 30 años, y también ganadora del maratón de Londres, en abril, en su debut en la distancia, es la más versátil de las atletas del mundo. La única que combina al más alto nivel la pista y el asfalto. Doble campeona olímpica (5.000m y 10.000m) en Tokio, ha sido medallista olímpica también en 1.500, y en el pasado Mundial de Budapest, en agosto, no hace ni dos meses, compitió en el plazo de nueve días en 1.500m (tres carreras, bronce), 5.000m (dos, plata) y 10.000m (una), prueba en la que se derrumbó exhausta y desequilibrada unos metros antes de cruzar la meta. En Chicago también alcanzó su límite y también cayó, incapaz de dar un paso más, pero lo hizo después de cruzar la línea final. “Me encanta correr maratones”, dijo Hassan, quien con su victoria privó a la keniana Ruth Chepngetich de una tercera victoria consecutiva en Chicago. “Cuando termino uno ya estoy deseando volver a correr”. Hassan atacó en el kilómetro 30 y logró descolgar a Chepngetich, que llegó segunda casi dos minutos más tarde (2h 15m 37s).
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