La Ley de la Restauración de la Naturaleza es la norma europea destinada a proteger ecosistemas marinos y terrestres que tiene el potencial de convertirse en la más ambiciosa de los últimos tiempos, pero ¿por qué debería importarnos esta ley?
El océano, además de ser fuente de vida y albergar ecosistemas fascinantes, es nuestro principal aliado contra el cambio climático. Su capacidad de absorber hasta un tercio del CO₂ emitido por las actividades humanas lo convierten en un órgano vital, una especie de pulmón de nuestro planeta. Pero para que el océano pueda operar con todo su potencial debe contar con ecosistemas saludables y eso no es así en los mares europeos.
La mayor parte de la biodiversidad marina se encuentra en estado de conservación desfavorable, según la Agencia Europea de Medio Ambiente. La buena noticia es que el océano tiene la capacidad de recuperarse por sí solo siempre y cuando eliminemos las presiones externas que ejercemos sobre los ecosistemas marinos que sufren graves daños por la pesca destructiva y la sobre explotación.
La recuperación o restauración es, precisamente, la piedra angular de la Ley de la Restauración de la Naturaleza. Después de un largo y arduo proceso en los pasillos de Bruselas, ahora su aprobación se encuentra en la recta final. Las instituciones europeas, Comisión, Consejo y Parlamento, tienen previsto llegar a un acuerdo a principios de 2024, o quizás incluso antes de final de año, bajo la presidencia española del Consejo Europeo.
España no solo cuenta con este papel esencial en las negociaciones, sino que, como país intrínsecamente vinculado al mar, también se juega mucho en la definición de los artículos de la ley referentes a la restauración de las zonas marinas y esto, en ocasiones, entra en conflicto con algunos intereses pesqueros.
En este sentido, la Ley de Restauración de la Naturaleza es posiblemente la última oportunidad para desarrollar un marco legal que fomente la recuperación de los ecosistemas marinos y la correcta aplicación de la Política Pesquera Común. Este equilibrio es posible a través de un artículo propuesto por el Parlamento Europeo y respaldado por la Comisión, que asegura la coherencia entre la gestión pesquera y la restauración de ecosistemas marinos clave como jardines de posidonia, arrecifes de coral y bosques de algas.
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Restaurar estos hábitats es indispensable, ya que albergan un gran número de especies vulnerables y de interés pesquero, actuando como zonas de desove, cría y refugio lo cual se traduce en más biodiversidad. También amortiguan fenómenos meteorológicos extremos, y son ricos en carbono, siendo por tanto esenciales para la recuperación del mar y constituyendo una solución natural contra el cambio climático.
Además, existen beneficios sociales derivados de estos hábitats, ya que crean empleo y nuevas fuentes de ingresos gracias al desarrollo económico para pescadores y comunidades costeras pero también para el turismo.
Combatir la pesca destructiva
A pesar de que las negociaciones se llevan a cabo desde el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico bajo el liderazgo de la ministra Teresa Ribera, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, desempeña un papel clave en la adopción de este artículo. Y es que, de aplicarse, se podría combatir la pesca destructiva dentro de determinadas áreas marinas a la vez que se asegura la viabilidad y los beneficios a largo plazo para la flota pesquera española y europea.
Prueba de ello son los casos de las Reservas Marinas de las Islas Medes, Columbretes u Os Miñarzos, donde los peces son más grandes y abundantes, lo que implica beneficios directos para los pescadores artesanales. Planas debe elegir entre apoyar el futuro inmediato de la pesca sin tener en cuenta a los ecosistemas marinos, o una visión a largo plazo donde la pesca pueda tener lugar en un marco ambiental que favorece, principalmente, a aquellos que la desarrollan como actividad profesional.
En España, solo un porcentaje irrisorio (el 0,00025%) de las aguas están completamente protegidas de la pesca destructiva, así que es urgente aumentar esa ambición. El actual Gobierno en funciones, y concretamente el ministro Planas, debe mostrar liderazgo en materia de conservación de los ecosistemas marinos y salvaguardar los recursos pesqueros para que sean productivo en el futuro. Ahora más que nunca España, como potencia pesquera y referente en ambición climática, debe ser firme con los objetivos marcados por el Pacto Verde Europeo, entre los cuales destaca alcanzar el 30% de áreas marinas de áreas marinas protegidas para 2030.
Para sanar el océano hay que restaurar los ecosistemas marinos, nuestro futuro depende de ello. No podemos dejar pasar otra oportunidad para salvaguardar este órgano vital, el pulmón del planeta lo pide a gritos.
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